Por. Salvador Rodríguez
González
Como dice una canción “Ayer
tuve un sueño, fue sensacional”. Los políticos en El Salvador al fin lograban
trabajar juntos, uniendo esfuerzos para resolver los graves problemas del país;
quizás fue porque leí la noticia de que
hubo consenso en la Asamblea Legislativa, al aprobar las medidas contra la
delincuencia.
¿Cómo hacer del consenso una práctica permanente? El país lo
URGE.
Los políticos y quienes tomas
decisiones importantes deben realizar, que los intereses particulares solo se alcanzan
y sostienen, si los intereses generales son cubiertos; que las victorias
coyunturales, logradas con triquiñuelas y aritmética legislativa, les
benefician en el corto plazo, pero siempre pasan la factura en el largo plazo.
Deben reconocer que El Salvador
está tocando fondo; el sistema esta colapsando, porque todos sus componentes se
deterioran aceleradamente. Los políticos deben entender que son el sector más
despreciado por la población y que las condiciones están dadas para que de la
noche a la mañana surjan figuras como Fujimori,
Toledo… o partidos como Podemos y
Ciudadanos en España; en otras palabras, sus posiciones peligran pues
tienen causas de raíz: es cierto, la derecha abusó en el pasado y la gente no les
perdona; pero la izquierda cada día demuestra que gobernar no es su mayor
fortaleza y el pueblo, que a diario sufre las consecuencias, ya lo advirtió.
Por lo tanto, los políticos deben trabajar juntos y reconocer un interés común:
“supervivencia”.
¿Cuál es el principal obstáculos? No pueden trabajar juntos.
Independientemente de su
color partidario, es común ver el desperdicio de tiempo y energías que se
produce en las reuniones entre políticos; además es fácil ver cómo surge el
conflicto destructivo, dada la forma en que se desarrollan. Algunos rasgos
típicos: Inician sin definir el problema
y cada uno lo entiende a su manera, por lo que acordar soluciones resulta
difícil; llegan con posiciones rígidas y tratan de imponerlas;
hay falta de claridad en lo que se pretende; reina la desconfianza; prevalece el interés particular, no la razón, ni el interés del país; como
las decisiones se toman por mayoría, los que
pierden luchan por boicotear la implementación de los acuerdos…etc.
Existen detalles que son claves para llegar a consensos, pero por ser
metodológicos, no son justamente apreciados y son, los que al final, alimentan el conflicto, ejemplos: Inician con una agenda pero
cualquiera se sale del tema; algunos hablan por celulares, con el vecino o
firman documentos y no se concentran en la reunión; se da vueltas alrededor de un
tema y nunca se aterriza; surgen conflictos entre personas, insultos directos e
indirectos, que al final impiden el acuerdo; uso
de la palabra sin control, varios hablan a la vez; el tiempo no es regulado,
hay quienes no “sueltan la guitarra” y otros no hablan, pero se oponen a todo;
algunos llegan tarde o se levantan y luego hay que explicarles de nuevo lo
tratado; alguna gente se retira
temprano, a veces para darse importancia y los que se quedan, toman decisiones apresuradas, de mala calidad o difíciles de
implementar… ¿Resultado?:
Baja productividad que
desalienta el trabajo futuro; crece la desconfianza y surgen nuevos problemas
que complican el panorama que se pretendía cambiar. Continuar trabajando en
esta forma, producirá siempre los mismos resultados.
Una vía de solución es convencer
a los políticos que les conviene aprender nuevas formas de trabajo sinérgico;
desaprender viejas prácticas basadas en el trinquete y la aritmética
legislativa; dar espacio a la razón para construir una visión de país compartida.
Alguien decía: Hemos vivido en el pasado,
muchos intentos de trabajar juntos que fueron efímeros y fracasaron. Si
reflexionamos, la causa principal de ese fracaso es que trataron de hacerlo de
la misma forma y con los mismos antivalores que aun prevalecen entre políticos.
Ya no hay tiempo para repetir errores, el país ya no aguanta y los políticos, si
no cambian sus viejas prácticas, provocarán o el surgimiento de una
nueva corriente política, mas enfocados a la gente, que a su partido; el
terreno ya esta fertilizado y la sociedad civil está despertando.
Lógicamente, cambiar
viejas prácticas no será fácil: los diversos intereses de grupos; los diferentes
estilos personales; las distintas percepciones de la realidad y los antivalores
practicados por tanto tiempo, son obstáculos difíciles de vencer y son enemigos
naturales del consenso. Deben buscarse metodologías que disciplinen la
interacción; nutran la confianza y el respeto mutuo entre las partes, mientras
se facilita la identificación de intereses comunes que faciliten el consenso. Generar
consensos continuando con la misma forma de trabajo es una utopía. No hay
opción POLITICOS… AL CONSENSO.
“Siempre debes
dejar una salida, para que tu oponente nunca se sienta humillado o la próxima
vez, enfrentarás un enemigo mucho más decidido.
Dr. Ichak Adizes
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