miércoles, 13 de abril de 2016

POLITICOS… AL CONSENSO

Por. Salvador Rodríguez González
Como dice una canción “Ayer tuve un sueño, fue sensacional”. Los políticos en El Salvador al fin lograban trabajar juntos, uniendo esfuerzos para resolver los graves problemas del país; quizás fue porque leí  la noticia de que hubo consenso en la Asamblea Legislativa, al aprobar las medidas contra la delincuencia.
¿Cómo hacer del consenso una práctica permanente? El país lo URGE.
Los políticos y quienes tomas decisiones importantes deben realizar, que los intereses particulares solo se alcanzan y sostienen, si los intereses generales son cubiertos; que las victorias coyunturales, logradas con triquiñuelas y aritmética legislativa, les benefician en el corto plazo, pero siempre pasan la factura en el largo plazo.
Deben reconocer que El Salvador está tocando fondo; el sistema esta colapsando, porque todos sus componentes se deterioran aceleradamente. Los políticos deben entender que son el sector más despreciado por la población y que las condiciones están dadas para que de la noche a la mañana surjan figuras como Fujimori, Toledo… o partidos como Podemos y Ciudadanos en España; en otras palabras, sus posiciones peligran pues tienen causas de raíz: es cierto, la derecha abusó en el pasado y la gente no les perdona; pero la izquierda cada día demuestra que gobernar no es su mayor fortaleza y el pueblo, que a diario sufre las consecuencias, ya lo advirtió. Por lo tanto, los políticos deben trabajar juntos y reconocer un interés común: “supervivencia”.
¿Cuál es el principal obstáculos? No pueden trabajar juntos.
Independientemente de su color partidario, es común ver el desperdicio de tiempo y energías que se produce en las reuniones entre políticos; además es fácil ver cómo surge el conflicto destructivo, dada la forma en que se desarrollan. Algunos rasgos típicos: Inician sin definir el problema y cada uno lo entiende a su manera, por lo que acordar soluciones resulta difícil; llegan con posiciones rígidas y tratan de imponerlas; hay falta de claridad en lo que se pretende; reina la desconfianza; prevalece el interés particular, no la razón, ni el interés del país; como las decisiones se toman por mayoría, los que pierden luchan por boicotear la implementación de los acuerdos…etc.
Existen detalles que son claves para llegar a consensos, pero por ser metodológicos, no son justamente apreciados y son,  los que al final, alimentan el conflicto, ejemplos:  Inician con una agenda pero cualquiera se sale del tema; algunos hablan por celulares, con el vecino o firman documentos y no se concentran en la reunión; se da vueltas alrededor de un tema y nunca se aterriza; surgen conflictos entre personas, insultos directos e indirectos, que al final impiden el acuerdo; uso de la palabra sin control, varios hablan a la vez; el tiempo no es regulado, hay quienes no “sueltan la guitarra” y otros no hablan, pero se oponen a todo; algunos llegan tarde o se levantan y luego hay que explicarles de nuevo lo tratado; alguna  gente se retira temprano, a veces para darse importancia y los que se quedan, toman decisiones apresuradas, de mala calidad o difíciles de implementar… ¿Resultado?: Baja productividad que desalienta el trabajo futuro; crece la desconfianza y surgen nuevos problemas que complican el panorama que se pretendía cambiar. Continuar trabajando en esta forma, producirá siempre los mismos resultados.
Una vía de solución es convencer a los políticos que les conviene aprender nuevas formas de trabajo sinérgico; desaprender viejas prácticas basadas en el trinquete y la aritmética legislativa; dar espacio a la razón para construir una visión de país compartida. Alguien decía: Hemos vivido en el pasado, muchos intentos de trabajar juntos que fueron efímeros y fracasaron. Si reflexionamos, la causa principal de ese fracaso es que trataron de hacerlo de la misma forma y con los mismos antivalores que aun prevalecen entre políticos. Ya no hay tiempo para repetir errores, el país ya no aguanta y los políticos, si no cambian sus viejas prácticas, provocarán o el surgimiento de una nueva corriente política, mas enfocados a la gente, que a su partido; el terreno ya esta fertilizado y la sociedad civil está despertando.
Lógicamente, cambiar viejas prácticas no será fácil: los diversos intereses de grupos; los diferentes estilos personales; las distintas percepciones de la realidad y los antivalores practicados por tanto tiempo, son obstáculos difíciles de vencer y son enemigos naturales del consenso. Deben buscarse metodologías que disciplinen la interacción; nutran la confianza y el respeto mutuo entre las partes, mientras se facilita la identificación de intereses comunes que faciliten el consenso. Generar consensos continuando con la misma forma de trabajo es una utopía. No hay opción POLITICOS… AL CONSENSO.

“Siempre debes dejar una salida, para que tu oponente nunca se sienta humillado o la próxima vez, enfrentarás un enemigo mucho más decidido.  Dr. Ichak  Adizes