lunes, 24 de noviembre de 2014

NO ME PAGARON,………. PERO LES VENDÍ CARO

 Por. Ricardo Cardona Alvarenga
Falaz pero simpática frase que pretende explicar lo inexplicable. Ofensiva ingenuidad que asemeja la mentalidad con la que a veces, con profusa  retórica intelectual y  excesivo pragmatismo político,  se pretende justificar la falta de voluntad para emprender con decisión las profundas transformaciones que necesita nuestro país.

Y no se trata de ser pesimista sino realista y objetivo. El Salvador es un país con profundos problemas estructurales y para poder enfrentarlos debemos ser capaces de reconocerlos, negar esa realidad y no insistir en la necesidad de un programa de acción  para enfrentarla, solo puede responder a un interés particular diferente de los objetivos prioritarios de la nación.
Pero la población no se engaña, continuar viviendo a base de promesas y buenas intenciones ya no es posible.

No podemos ocultar: que la inexistencia de política monetaria deja al ejecutivo a merced de la frágil política fiscal, misma que enfrenta un déficit permanente originado por la debilidad del sistema impositivo lo que obliga a incurrir en mayores volúmenes de deuda.

No podemos ocultar: que el gasto social impulsado para compensar, en alguna medida, la histórica deuda social, es mayor que los ingresos que genera la débil actividad económica contribuyendo a agravar el desequilibrio.
No podemos ocultar: que la crisis del sistema de pensiones se sigue agudizando. La deuda previsional sigue creciendo y ejerciendo presión sobre las finanzas públicas.

No podemos ocultar: la profunda desintegración social que se origina por la disociación familiar y se agrava con los altos índices de violencia, la falta de control territorial por parte de las autoridades y la impunidad que impera en el sistema judicial a todos los niveles.

No podemos ocultar: la falta de seguridad  jurídica, la excesiva tramitología, los bajísimos niveles de productividad, la baja calidad de la formación profesional y las evidentes inconsistencias de la normativa jurídica vigente.

No podemos, en síntesis, negar la realidad, es evidente que la situación del país es tremendamente compleja y requiere por lo tanto soluciones complejas.

Pero pareciera que no nos damos por enterados, seguimos haciendo las cosas igual que antes incluso con menos eficiencia, seguimos creyendo ciegamente en la eficacia del libre mercado y en la lógica de las políticas financieras internacionales, nos reunimos para dialogar y concertar con los mismos sectores y organizaciones de siempre, priorizamos las mismas relaciones nacionales e internacionales, apostamos por el mismo tipo de proyectos y esquemas de ejecución y seguimos con envidiable obediencia las recetas reformistas neo-liberales. Cualquiera diría que después de doscientos años seguimos creyendo en “espejitos”, o como se suele decir, nos siguen dando “atol con el dedo”.


Honor a los pensadores y actores comprometidos que a lo largo de todas las épocas intentaron transformar la realidad; compasión a las mayorías más desposeídas, aquellas que solo existen el día de las votaciones y mis respetos por aquellos intelectuales consistentes que todavía propugnan por una transformación real. A los otros no sé, quizás una disculpa por no ser capaz de hacerlos entender. 

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